Calcio y riesgo de fracturas: Evidencia contra la suplemantación

Es una práctica médica habitual indicar el aumento de la dosis diaria de calcio a adultos mayores con el objetivo de prevenir fracturas. Sin embargo, hasta el momento la evidencia para avalar esta conducta ha sido, cuando menos, dudosa. Dos estudios publicados recientemente en the BMJ (anteriormente conocido como British Medical Journal) vienen a echar luz sobre esta situación.

El primero de estos estudios, una revisión sistemática y metaanálisis de ensayos clínicos realizados en adultos mayores de 50 años, analizó el efecto del incremento en la ingesta calcio (sea a través de la dieta o de suplementos dietarios, e independientemente del contenido de vitamina D) en la densidad mineral ósea.[1] Este estudio, que incluyó 59 ensayos clínicos randomizados, halló que la mayor ingesta de calcio se asociaba a un pequeño aumento de la densidad mineral ósea (0.6 a 1.8%, dependiendo del sitio estudiado y del tipo de suplementación), no progresivo en el tiempo. No se encontró interacción con la ingesta basal de calcio, ni una relación dosis respuesta, por lo que los autores sugieren entonces que el aumento de la ingesta de calcio no estaría corrigiendo un déficit dietario subyacente, y concluyen que es poco probable que la suplementación con calcio conduzca a una reducción clínicamente significativa del riesgo de fracturas.

Sin embargo, el aumento de la densidad mineral ósea no es en última instancia el resultado buscado, sino que es un subrogante del evento clínico realmente significativo: las fracturas. El segundo estudio citado se aboca justamente a esta cuestión.

Este estudio analizó el efecto de la suplementación de calcio (con o sin vitamina D asociada) en el riesgo de fracturas, a través de una revisión sistemática de ensayos clínicos controlados, estudios de cohortes, de casos y controles, y transversales, donde los participantes (o al menos la mayoría de ellos) tuviesen más de 50 años.[2] Los ensayos clínicos incluidos contaban, en total, con alrededor de 70.000 participantes; los estudios de cohorte, con más de 250.000. La mayoría de los estudios no encontró asociación entre calcio dietario, ingesta de lácteos, y riesgo de fracturas.

Entre los ensayos clínicos, se halló que los suplementos de calcio reducían un 11% el riesgo total de fracturas y un 14% el de fractura vertebral, no asi el de cadera o de antebrazo. Sin embargo, al realizarse un análisis de sesgos, los autores encontraron que la información estaba sesgada hacia favorecer los resultados del grupo tratamiento. En aquellos ensayos con riesgo bajo de sesgo, los suplementos de calcio no se asociaron con disminución del riesgo de ninguna fractura.

Entre los estudios de cohorte, más del 75% no halló asociación entre la ingesta de calcio y el riesgo de fracturas, y en aquellos que sí la hallaron, la misma consistió en una asociación débil (riesgos relativos entre 0,5 y 2%).

Resumiendo: la suplementación de calcio en todas sus formas parece asociarse a un incremento mínimo y clínicamente poco significativo de la densidad mineral ósea, y la mayoría de los estudios que analizaron el riesgo de fracturas hallaron que la suplementación con calcio no se asocia a una reducción del mismo.

Muchas veces en medicina se indican prácticas consideradas cuasi inocuas, aun sin evidencia a su favor, justamente por considerar que, en el peor de los casos “no dañan”. Sin embargo, los médicos no siempre resultamos ser los mejores jueces a la hora de determinar qué hace daño y qué no. Tomando este caso como ejemplo: si la evidencia parece indicar que la suplementación con calcio no aporta beneficios, ¿tiene sentido entonces, una vez diagnosticada osteoporosis  en adultos mayores, continuar estudiándola? ¿No constituye esta conducta una forma de “daño”? (por no hablar del incremento innecesario de costos en los sistemas de salud).

Si bien distintas patologías y pacientes implican plantearse enfoques diferentes, no está demás preguntarse en cada uno de estos casos si constituye la mejor conducta realizar una indicación que no tiene evidencia clara de beneficio solamente por considerar que tampoco causa daño.


 

Dra. María Victoria Salgado

Residente saliente. Médica asociada.

Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria, Hospital Italiano de Buenos Aires.

 

  

REFERENCIAS

1.         Tai, V., et al., Calcium intake and bone mineral density: systematic review and meta-analysis. BMJ, 2015. 351.

2.         Bolland, M.J., et al., Calcium intake and risk of fracture: systematic review. BMJ, 2015. 351.




 

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